Lienzo de Yin Yang, símbolo del taoísmo y principio generador de las cosas.
El taoísmo nace en asia central, específicamente en China, y poco a poco se fue expandiendo a otros países en sus cercanías. Esta creencia filosófica se basa en la búsqueda de la armonía total del individuo consigo mismo y con el exterior, a través de la conciencia del yin, yang y el tao.
El yin es el principio femenino, la tierra, la oscuridad, la pasividad y la absorción. El yang es el principio masculino, el cielo, la luz, la actividad y la penetración. El tao es la fuerza que, a pesar de ser totalmente diferentes, los mantiene unidos creando el equilibrio por sobre todas las cosas.
El objetivo principal del taoísmo es alcanzar la inmortalidad del individuo, no a través de la longevidad infinita, sino por medio de la plenitud en su longevidad. Los taoístas rechazan todo acto de violencia, tabúes, desigualdad, codicia y cualquier cosa que ponga a una persona por debajo de otra. Por otro lado, son fieles a la verdad, a la introspección, a fomentar la equidad y al vivir en armonía con el ambiente sembrando árboles, entregando así algo a la naturaleza o a otro humano.